Autor: Ray Loriga
Año: 2017
Páginas: 210
Sello editorial: Alfaguara
(Penguin Random House)
Al fin pude leer el Premio Alfaguara de este año, que en
cuanto supe de qué trataba ansiaba leerlo.
El libro nos narra, desde el
punto de vista de un hombre de campo, sus vivencias en un país en guerra, donde
la capital ha caído, las bombas se aproximan y la única distracción es ver
algunos pocos canales de TV a los que hay acceso.
“Él” nos cuenta que vive con su señora esposa en una pequeña
comarca, y sus hijos: Augusto y Pablo,
partieron hace ya más de un año a servir a la patria; “ella” se encuentra con un niño al que bautizan “Julio”; lo
encuentran herido y probablemente sea del
otro país ya que viven cerca de la frontera, pero no lo pueden confirmar
porque es mudo.
Con estas vivencias comienza esta
historia, el cual tiene un tinte extraño, quizás por esto de meterse en la
mente de un hombre campechano; él mismo dice que no es muy instruido y que no
entiende la gracia de los libros, pero aun así se muestra como un hombre de bien,
quizás algo bruto, pero muy afectuoso para con los suyos, manifestando una gran
devoción por su mujer, quien es una lumbrera y lo ayudó a aprender a ser mejor
y poder llevar su finca.
“Ella es la que me ha
enseñado a desconfiar de lo que nos cuentan (…) y ella es la que me ha enseñado
a obedecer también pese a la duda, que una cosa y la otra no se estorban.” Pág.
42
Y así va pasando el día a día,
hasta que llega el “agente de zona” e
informa que todo el pueblo deberá abandonar la comarca y trasladarse a “La ciudad de cristal”. El traslado no
será inmediato pero de aquí en más parecerá que el libro comienza a
entremezclarse con tintes de “1984” y más tarde de “Un mundo feliz”, bajo un
gobierno que todo lo controla, y una ciudad en la que nadie se cuestiona nada y
todos son felices de vivir allí.
Algo que me pareció curioso fue
que solo se mencionaron los nombres de los hijos (incluyendo el adoptado) en
todo el libro, los demás fueron mencionados como “Ella” o como el rol que
cumplían en la sociedad, como intentando así darle una mayor relevancia al
nivel sentimental del protagonista sobre sus hijos por sobre los demás. Con la narración cuesta adaptarse, es como
que nos metiéramos de prepo en los pensamientos de alguien más, pero luego nos
permite acordar nuestros sentimientos con los de él, y sentir de primera mano
sus frustraciones, inquietudes, y finalmente no saber dónde rayos estamos
parados y como analizar lo que está pasando cuando llega ESE final.
Fue un libro que me costó leer,
porque no era mi momento para leer algo así de complejo, pero considero que lo
releeré en un futuro ya que es un libro para sentarse a pensar y meditar sobre
cada línea, sobre ese hombre cuya vida pierde sentido y queda de cabeza de un
día para el otro.
Como sin quererlo, uno queda
imaginándose esa ciudad tal pulcra y terrible, transparente y sin sentimientos
verdaderos, y lo lleva a cuestionarse lo que es la sociedad en sí, un mundo de
falsedades, donde para seguir adelante uno debe amoldarse a lo que esperan los
demás y no necesariamente lo que uno desea.
“A los doce justos
los mataron por su fe, lo cual es extraño teniendo en cuenta que por aquí nadie
creyó nunca mucho en nada, pero los doce justos rezaban, y fueron los primeros
en caer.” Pág. 33
Es un libro que es muy corto,
pero su densidad nos hace estirar la lectura y analizar cada párrafo letal. Sin
dudas se los recomiendo, pero no para leer en cualquier momento, sino que para
sentarse a meditar; es una distopía que obviamente está empapada de unas obras
que han venido antes, pero que replantean a un mundo actual, con inquietudes de
hoy, y que quizás al principio no lo parezca, pero nos termina dejando con un
cúmulo de emociones que nos hace cuestionarnos la sociedad actual.
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